La manifestación del símbolo

       Cada persona, como ser único y singular, a través de sus sentidos tiene su propia percepción del mundo, de lo que se presenta como realidad y de cómo la interpreta. 

    A partir de la observación e influencia de factores exógenos selecciona, condicionada por sus modelos mentales y variables endógenas, la información del mundo observable conforme a su experiencia, educación y factores socio-culturales. 

     Sin embargo, hay un punto central capaz de  enlazar el mundo fenomenológico, el terrestre, con el mundo divino, el celeste.

     Esa convergencia, ese punto, se experiencia ante la representación y comprensión del símbolo que se revela a quien esté dispuesto a escuchar su voz.

      Nos insta a una nueva visión de conocimiento,  a romper las cadenas que nos limitan y a trascender las sombras que solo expresan lo aparente.

Mónica Bonadé